2 sept 2012

16ºCapitulo


Corazón traicionero

            Fue hace muchos, muchos siglos, antes de que las brujas moraran el mundo, antes incluso de que la magia fuera conocida como tal.
            Vivía en un mundo lleno de paz, un mundo paralelo a este, la belleza de nuestro mundo era inigualable, tanto mortales como dioses convivíamos en armonía en este mundo.
            Yo era un muchacho lleno de vida, con ansias de conquistar el corazón de una bella princesa, mi amada Aradia. Habíamos sido compañeros de juegos durante nuestra infancia, y muy amigos a pesar de que ella era de la realeza y yo simplemente el hijo del guardia personal de la reina, la reina era sencillamente un desecho de bondad, incluso me trataba como a un hijo, por eso nunca puso impedimento de que fuera amigo de su hija.
            Aradia y yo éramos de la misma edad, crecimos y estudiamos juntos, hasta que prácticamente no convertimos en casi adultos. Mi amistad por ella fue convirtiéndose en un amor muy profundo, un amor callado porque pensaba que no sería digno de ella.
            Una tarde de primavera nos pusimos a recoger melocotones, cerca del castillo, eran unos melocotones grandes y rojos, Aradia se le antojo algunos para llevarle a su padre. Ella era un poco testaruda y se empeño en subirse al melocotonero para recoger la fruta ella misma, yo que no podía negarle nada se lo permití, mientras ella me tiraba melocotones su pie resbalo y Aradia cayo, con la suerte de que yo estaba justo debajo de ella y pude cogerla en brazos, aunque con la fuerza del impacto caí, quedándose Aradia justo tumbada encima de mí.
            Tal acercamiento nunca había pasado entre nosotros y no pude evitar el besarle los labios, sorprendentemente ella me respondió, le declare mi amor y ella me confirmo el suyo. Desde esa tarde en vez de salir a pasear nos escondíamos por el bosque aledaño al castillo para poder estar uno en brazos del otro. Una de esas tardes nos adentramos más profundamente en el bosque y fuimos a dar con una cabaña de caza propiedad del rey, como empezó a llover nos metimos en ella.
            Cuando vimos el interior no quedamos patidifusos, eso no era una cabaña era un nido de amor tan esplendido que no nos pudimos resistir. Dentro de la cabaña había una gran cama con dosel blanco, junto a la cama una mesa llena de manjares dispuestos para comer, y en el techo había una gran vidriera de colores de donde entraba la luz del sol y hacia que el cuarto se llenara de arcoíris.
            Nos dejamos llevar por el ambiente y acabamos consumando nuestro amor, aunque los dos éramos principiantes en este campo, no tuvimos ningún problema en amarnos, y sin darnos cuenta quedamos dormidos uno en brazos del otro.
            No sé cuantas horas pasaron, pero cuando nos despertamos por el sonido de unas risas, la luna alumbraba la estancia, de repente la puerta se abrió dando paso al rey y a la reina, y junto a ellos mi padre. Una expresión de horror se dibujo en la cara de los tres, yo me vestí rápidamente mientras Aradia lloraba sin consuelo.
            El rey furioso me saco a la fuerza y enfrente de mi padre me pego una paliza que me dejo sin sentido.
No sé qué paso después, pero cuando desperté estaba encerrado en un mugroso calabozo, mi padre estaba a mis pies mirándome con decepción, me dijo que había deshonrado mi familia, que nunca debí a ver puesto mis ojos en la princesa y que diera gracias que a pesar de todo el rey me dejara con vida, que trabajaría en los establos y que nunca más volviera acercarme a ella o seria decapitado por su propia mano.
Creo que paso unos cinco meses, aun no estoy seguro, cinco meses encerrado y con deseos de ver a mi amada, hasta que por fin me liberaron, me llevaron a los baños para que me lavara y me vistiera con nuevas ropas y después me llevaron a los establos.
Trabaje día y noche sin descanso sin perder la esperanza de cruzarme con Aradia, durante un mes intente buscarla por cada rincón del castillo pero sin éxito, casi había perdido la esperanza cuando un buen día se acerco una gran carroza negra hasta el castillo, por curiosidad me asome para ver quien venía en ella, un hombre enorme vestido de negro bajo de la carroza, tenía un aura de misterio que le rodeaba, cuando bajo alzo su mano para ayudar a una mujer ha bajar también. Cuando esa mujer asomo la cabeza deje de respirar, esa cabellera roja como la sangre solo podía ser de una persona, Aradia.
Le sonreía al hombre de negro con gran ternura, cuando termino de bajar vi que su vientre estaba muy abultado, estaba embarazada y creí que tenía que ser mío. Sin poder reprimirme me acerque corriendo a ella, cuando quise abrazarla me aparto con cara de horror. Cuando la pregunte qué pasaba el hombre que estaba a su lado se interpuso entre nosotros y me dijo que dejara en paz a su mujer.
El mundo cayo a mis pies y sentí como mi corazón se rompía en mil pedazos, ella estaba casada con otro hombre, ella había traicionado mi amor, y me sentí ridículo al haber pensado que el hijo que llevaba en su vientre era mío, sin poder sopórtalo más hui de allí sin mirar atrás.
Estuve vagando sin destino, mi mente estaba nublada de ira por la traición de la mujer que mas amaba, estaba herido de muerte y Aradia había sido la mano ejecutora. No se cuanto tiempo pase así, pero perdí el conocimiento, no había comido ni bebido nada durante días. Cuando desperté estaba tumbado cerca de un fuego, al otro lado de este había un hombre sentado observándome. Sus ojos eran del color de la sangre y al mirarle me tembló hasta el alma. Me había recogido y salvado de una muerte segura, por lo que me conto después me encontró rodeado de buitres esperando mi final.
Después de unos días en su compañía logre entablar una especie de amistad con este personaje. Me conto que su nombre era Caleb, era un sacerdote de magia negra, yo no sabía que era pero no tarde en comprender lo que significaba y en aprender cómo se usaba gracias a la enseñanzas de Caleb.
También me conto que mi mundo no era el único que existía, que había uno paralelo a este que se llamaba Tierra, allí había tres sitios para vivir, el cielo donde solo los dioses y ángeles lo habitaban, la tierra donde los mortales se mataban entre sí, y el infierno donde habitaban los demonios, seres de gran poder. Él venia de allí buscando un aprendiz que le ayudara  derrotar al rey actual de los demonios, Caleb quería el trono y necesitaba mi ayuda. Le respondí que iría con él pero con la condición de que me ayudara a vengarme de Aradia.
Me introduje en el castillo con ayuda de la magia, cuando llegue a la habitación de Aradia la vi tumbada en la cama, con un precioso bebe entre sus brazos, acababa de ser madre, aunque estuve a punto de marcharme mi odio fue más fuerte, y cuando estaba a punto de asfixiar a mi princesa con la almohada una fuerza invisible me golpeo contra la pared.
Su marido y yo luchamos encarecidamente, pero me venció y antes de que me matara hui de allí, pero no me aleje mucho para poder vigilarlos, Aradia con su bebe y su marido salieron de madrugada y desparecían por una puerta de luz creada por él.
Corrí sin descanso hasta donde me esperaba Caleb y le conté todo detalladamente, me dijo que habían huido a la Tierra y que si queríamos encontrarles teníamos que irnos inmediatamente. Caleb hizo también una puerta de luz y nos metimos en ella.
Los buscamos durante meses, hasta que por fin los encontramos en una casa solariega en medio del campo, durante unos días los vigilamos para saber el momento preciso de matarlos. Cuando llego el día Caleb me dio una daga y me dijo que tuviera cuidado porque el marido de Aradia era un dios. Yo que estaba ciego de ira me introduje en la casa mientras dormían y apuñale al marido primero, cuando saque la daga de él estallo en una luz dorada. El estallido despertó a Aradia y empezó a gritar para acallarla la apuñale en el corazón. Cuando me di cuenta de lo que había hecho la abrace y llore amargamente hasta que soltó su último aliento. Una luz dorada cubrió su cuerpo y extrajo de ella su espíritu, su alma me miro con pena y después estallo igual que había hecho su marido. Busque a la hija de Aradia por toda la casa pero al no encontrarla me rendí y me marche con el remordimiento de haber dejado a esa niña huérfana.
Cuando llegue donde me esperaba Caleb le conté lo sucedido y me dijo que al haber matado a Aradia con el mismo puñal que al dios, había mezclado su sangre y la había convertido en una diosa también.
Lleno de amargura cumplí el trato con mi maestro y le ayude a destronar al rey de los demonios, pero al poco tiempo mi ambición hizo que matara a Caleb y me apoderara del trono convirtiéndome en rey y en demonio.
Investigando averigüe que Aradia como diosa había creado un aquelarre de brujas y ella era su diosa, ese aquelarre creció hasta convertirse en lo que es ahora. Su hija había sido la primera de esas brujas, uno de los miembros del aquelarre profetizo que Aradia descendería del cielo, se reencarnaría en seis brujas, siendo la ultima la más poderosa y la que mas esencia de Aradia llevaría en su alma.

-          Y tu querida eres la sexta.

De la misma sorpresa no me di cuenta en que Abaddon se acercaba a mí, cogió con suavidad la cara, mirándome y atrapándome en su mirada, me besos con ternura, y varias imágenes pasaron por mi cabeza, me vi abrazada con él en la cabaña del bosque, sintiendo sus caricias y sus besos, sentí un amor profundo en mi pecho, y después la angustia de la separación de nuestras almas, vi también como el rey me amenazaba con su muerte si no me casaba con otro, la angustia y el dolor de ver cómo me miraba con odio cuando se entero de que estaba casada, pero también sentí la plenitud de nuestro amor en el momento que tenia a nuestra hija en brazos, el fruto de nuestro amor.
Cuando Abaddon dejo de besarme deje de sentir todo eso como mío, supe inmediatamente que su historia era cierta y que la conciencia y recuerdos de Aradia estaban en mí, pero lo peor es que me di cuenta que yo era descendiente del rey de los demonios, y pensé que clase de monstruo era yo.

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