3 jul 2011

1º Capitulo

 EL ORFANATO
                Todo estaba oscuro, una suave brisa removía mis cabellos, un miedo aterrador traspasaba mi piel, golpeándome la sien. Solo escuchaba el palpitar de mi corazón, todo lo que me había marcado la vida, estaba ahí, recordándome que ahora estaba sola. Quería correr pero sentí como si hubiera cadenas en mis pies que me impedían escaparme, mi espina dorsal se veía invadida de calambres, quería llegar a ella, cogerla las manos y hacerla volver.
            Ahí estaba mi madre, bendita sea y maldita el día en el que se marcho, sin dejar señales de vida, dejándome sola en el vacio.
            Toque el colgante que tenía en el cuello, una lágrima de esmeralda que me dio ella la misma noche que desapareció, sentí un calor que atravesaba mi mano, y corrió por mis venas como la llama de una cerilla, cerré los ojos, con el reciente recuerdo de la voz de mi madre:
            Confía en mí, nos volveremos a ver, siempre estaré contigo, espérame………….
            Me incorpore sofocada, con el colgante aun en mi mano, estaba completamente sudando y me recorrían temblores por el cuerpo, otra vez esa maldita pesadilla que se repetía noche tras noche desde que tenia 5 años.
            Doce años que mis noches me atormentaban, doce años que el vacio que había dejado mi madre no se llenaba con nada, doce años de su desaparición, de una búsqueda sin resultados, doce años metida en un orfanato sin nadie que me de el cariño de una madre, doce años sin ella.
            Me llamo Ainhoa, aunque todos me llaman Nhoa, tengo diecisiete años, y llevo doce metida en un orfanato, ya que mi madre me abandono en su puerta, con un extrañó colgante de esmeralda en forma de lagrima, unas pocas prendas y unas palabras que se repetían todas las noches en mi sueño. El orfanato antes era de unas monjitas muy amables y cariñosas pero cuando yo tenia ocho años cambiaron los dueños y vino una gobernanta muy rígida y beata que hizo de mi infancia una agonía. Decía que mis ojos verdes y el pelo tan rojo solo podía ser de la hija del diablo, y lo único que iba a conseguir en la vida era ir al infierno, por eso me tiene como una criada, puedo estudiar y todo, pero casi no tengo tiempo libre, por tener que hacer las tareas del orfanato ayudando a la cocinera y a la única sirvienta que hay.
            Me queda unos meses de estar aquí, en cuanto cumpla dieciocho me derivaran alguna casa de riquillos para seguir sirviendo, os imaginareis que estoy en la edad medieval, pero no, estoy en el año 2010, pero donde yo vivo es un pueblo muy pequeño cerca de Madrid, aunque por raro que os suene ni siquiera sale en el mapa. Para deciros que ni nombre tiene, pero bueno por lo menos es tranquilo ya que todos sus habitantes son personas ancianas, menos los niños del orfanato claro, pero solo quedamos cuatro, dos niñas de catorce años, que son muy repelentes por cierto, y mi amiga y yo que somos de la misma edad, se llama Elena, pero para mi es Lena.
            Llevamos juntas desde que llegue ha este sitio, y prácticamente no nos separamos, es casi como mi hermana, gracias a ella este sitio no es tan odioso. Estamos pensando en escaparnos de aquí e irnos a Madrid a buscar trabajo, pero no nos cogerían por ser menores de edad, aunque si tenemos donde ir, mi madre no me dejo tan desprotegida, cuando me entrego, había unos papeles conmigo, eran unas escrituras de un piso en Madrid, en un tal barrio de Usera, esos papeles venían con unas llaves, pero todo eso estaba en la caja fuerte de la directora, y seria casi imposible de cogerlo, digo casi imposible porque Lena y yo nos hemos encargado de conseguir la clave de esta, y solo tenemos que buscar una noche, cuando la directora duerma, robarle la llave de su despacho, y robarle de la caja fuerte la escritura y las llaves, y esa noche iba a ser en este mismo día.
            Eran las cuatro de la mañana, alguien tocaba mi hombro para despertarme, abrí los ojos y hay estaba Lena con su sonrisa picara:
            - Nhoa, vamos ya a llegado el momento, he dejado al lado de la puerta de abajo nuestras maletas, vamos a robarle las llaves a la “sargento”.
            - Por fin vamos a ser libres, - dije aun con los ojos pegados.
             Fuimos descalzas hasta la habitación de la directora, siempre dormía con la puerta entreabierta por si alguna salíamos de las habitaciones, escucharnos, pero hoy le habíamos echado un somnífero en el café. Entramos cuidadosamente y cogimos las llaves de encima de la mesilla, salimos igualmente de sigilosas y bajamos aun descalzas con los zapatos en las manos hacia la planta de abajo. Abrimos el despacho y la puerta chirrió dándonos un susto de muerte por si nos escuchaban, después de comprobar que nadie nos había oído, nos preparamos para el gran robo.
            La caja fuerte estaba detrás de un cuadro horroroso de la primera guerra mundial, lo descolgamos e introducimos la clave, abrimos la caja y con la linterna buscamos las escrituras, estaban dentro de un gran sobre donde ponía mi nombre, además estaban las llaves y una carta mas pequeña donde se podía palpar como unas tarjetas, no teníamos tiempo de ver que era así que lo miraríamos después, Lena aparte cogió un poco de dinero, no demasiado para que no pareciera un gran robo, solo lo justo para llegar a Madrid.
            Volvimos a dejar todo en su sitio y cuando prácticamente estábamos por irnos la voz de la directora resonó en todo el orfanato.
             -¡Niñas del demonio! ¡Sabia que estabais tramando algo! ¡No os escapareis! – bajo las escaleras corriendo, con la mala fortuna de que en los últimos seis escalones se tropezó y cayo rodando, despertando a todos.
            Creímos que estaba muerta, pero por si acaso salimos corriendo de allí, no fuera que nos pillaran y no nos pudiéramos escapar. Corrimos y corrimos hasta que pensamos que estábamos a una distancia segura, fuimos a la parada de autobuses que llevaban para la ciudad y nos sentamos hasta que llegara sin poder remediar quedarnos dormidas en la espera.

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