LA APARICION
Me desperté sobresaltada, algo me había rozado la cara, sentía una fría brisa recorriéndome la espina dorsal, cuando me di cuenta que mi esmeralda brillaba con una tenue luz, la toque y un escalofrió recorrió mi brazo hasta llegar a los dedos de mis pies.
Me levante sobresaltada quitándome el colgante y agarrándolo en alto a una prudente distancia de mi cuerpo, pensé en dejarlo en mi habitación y cuando me empecé ha acercar a la puerta del pasillo que estaba cerca de la escalera de caracol, la esmeralda empezó a brillar un poco mas, pero al entrar por la puerta su luz desapareció, presentí que el colgante me quería guiar.
Volví al salón y volvió a brillar, empecé a subir los escalones de la escalera y la luz empezó a intensificarse, casi llegando a ser cegadora en el segundo piso, me acerque a la puerta del despacho pero al ver que no pasaba nada me dirigí a la habitación vacía, de repente la esmeralda empezó a girar, entre y la luz de mi colgante lleno toda la habitación, se levanto y me guio a la pared de enfrente, sentí un tirón en el colgante como si alguien quisiera quitármelo, lo solté asustada y vi como se incrustaba en la pared.
Empezó a dibujarse el contorno de algo, con el mismo color de la esmeralda, una puerta apareció ante mí, si se puede llamar puerta, por que era el contorno de una, pero no tenía pomo y era como un líquido blanco.
Fui acercándome, pero entonces escuche un susurro, “la tarjeta, entra con la tarjeta”. Me eche hacia atrás asustada, pero me acorde de la carta de mi madre y lo que me decía sobre la tarjeta. Corrí hacia el despacho a cogerla, la había guardado en el cajón del escritorio, la cogí y volví corriendo con miedo a que la puerta se cerrara.
Puse la tarjeta en el bolsillo trasero de mi vaquero, y con una valentía que no se donde la había tenido guardada, me introduje por la puerta, cuando la atravesé abrí los ojos, ya que los había cerrado para entrar. Ante mi se extendía un largo pasillo oscuro como la noche, y al final ahí estaba, una puerta que brillaba, algo de ella me atraía, me hacia querer acercarme lo mas rápido posible.
Di uno paso, sentí a mi espalda como la otra puerta de cerraba, me gire no queriendo pensar que estaba atrapada allí, sentí como el colgante se materializaba en mi cuello, sintiendo su peso.
Me di un empujón mentalmente obligándome a seguir hacia adelante, tenía que averiguar que era todo esto, sentí como me temblaban las piernas, pero seguí y seguí hasta llegar hasta la puerta brillante.
La toque con la mano y sentí como un calor intenso recorría todo mi cuerpo, llenándome de paz la mente. Vi que en un lateral de la puerta había un mecanismo para tarjetas, y me acorde de la que llevaba en mi bolsillo, la saque y la pase, la puerta empezó ha abrirse despacio con un suave chirrido, cuando la puerta me dio paso, me acorde que todo era idéntico a mi sueño, ahí estaba la habitación oscura, y en el centro el pedestal y el libro.
Vi que el libro era idéntico a como lo soñé, pero no podía creer que todo fuera realidad. Mi sueño estaba presente ante mí y no sabia si yo estaba en la realidad o en mi imaginación.
Sentí movimientos extraños a mi alrededor, escuche susurros, y vi como figuras con capas y capuchas, parecían monjes, se ponían a mi alrededor, había como diez o doce personas. Me gire para mirar a mi espalda y habían mas, me habían rodeado y mis piernas estaban a punto de fallar. Me agarre al pedestal para no caer, mi esmeralda empezó a brillar de nuevo, y sentí que el libro vibraba en mis manos.
La persona que estaba enfrente a mí se acerco despacio y paro a un metro de mí:
- ¿Mi señora? ¿Quienes sois? ¿Donde estoy?
- Estas en el principio de tu destino, somos tus hermanos de fuego, y estamos aquí para mostrarte tu poder.
- ¿Pero de que me estáis hablando? ¿Hermanos de que...? Me estoy volviendo loca, quiero salir de aquí.
- Es su decisión marcharse o no, pero siempre volverá aquí, su destino la ata a nosotros.
- Joder sois una pandilla de majaras, me largo.
Me aleje con la decisión de salir por donde había venido, cuando una mujer resplandeciente literalmente, salió de detrás del monje que me había hablado.
- ¿Mama? ¿Eres tú? Dios, no puede ser real, ¿Mama?
Caí de rodillas con lágrimas en los ojos, tenía a mi madre enfrente, pero era como si fuera un fantasma, podía ver a través de ella, aunque ese pequeño detalle no la restaba belleza, estaba vestida con un vestido blanco de amplia falda, su pelo rojo ondeaba, y sus ojos verdes brillaban de felicidad.
- Esa boca muchachita, y no, no estoy muerta es mi espíritu pero en viaje astral, mi cuerpo aun vive.
- ¿En viaje que...? Estoy alucinando, siento que voy a desmayar. – y me desmaye.
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