MIS PRIMEROS PODERES
Desperté algo confundida, todo el sueño que había tenido era demasiado fantástico hasta para mi, como iba yo a ser bruja si las brujas no existían, ¿o si?
Note una mano en mi cintura, me gire y le vi, ahí estaba con los ojos cerrados, dormía plácidamente a mi lado con una brillante sonrisa en los labios, no había sido un sueño, mi mente confundida empezó a despejarse y me di cuenta que todo había sido real. Le mire durante varios minutos hasta que empezó a despertarse, acaricie su mejilla, quería darle un beso pero la timidez me podía.
- No, me acabo de despertar – mentí. – Tenemos que hablar Ángel. Estoy todavía muy confundida y necesito que me expliques todo – le dije con la intención de levantarme.
- Espera – me cogió de la muñeca – no te levantes, deja que te abrace por un rato, pensaba que nunca podría hacerlo.
- ¿Por que? – le dije acurrucándome en sus brazos.
- Porque estaba predestinado para otra mujer que no sabia que eras tu, y me había enamorado locamente de ti. Si tú no hubieras sido mi protegida nunca hubiera podido estar contigo.
- No lo entiendo.
- Los guardianes están creados para sus brujas y nunca puede haber nadie que se interponga entre ellos, si no la bruja podría ser dañada mortalmente por alguno de nuestros enemigos.
- Joder, ahora resulta que tengo enemigos que quieren matarme, lo que me faltaba. – me levante rápidamente para que no intentara retenerme en su abrazo.
- Nhoa, se que tienes muchas preguntas, pero yo no te puedo dar las respuestas, si que tenemos muchos enemigos, demonios que amenazan diariamente a la humanidad, y solo vosotras sois capaces de detenerlos, no te puedo decir mas que esto.
- ¿Pero…..?
- Por favor, se que estas impaciente para que te den todas las respuestas, - dijo mientras se levantaba y cogía mis manos – pero te pido paciencia, tenemos unas pocas horas para estar totalmente solos después Asha querrá hablar contigo y empezar a instruirte en tus deberes, vamos a tener muy poco tiempo y quisiera aprovecharlo al máximo, por favor.
Vi que hablaba en serio, que sus ojos me suplicaban que me centrara solo en él, lo único que podía hacer era ceder y posponer mi deseo de toda la verdad, cogí su cuello con mis brazos y me dispuse ha besarlo, cuando de repente la puerta de entrada se abrió dando paso a mi querida e inoportuna amiga Lena, ¡Lena! Se me había olvidado que había estado toda la noche en el hospital cuidando de Charlie.
- ¿Estabais a punto de besaros?- dijo mi amiga con la sorpresa dibujada en la cara, estaba ojerosa y mas pálida que un muerto.
- Eso no es lo importante ahora,- la di un abrazo y la dirigí al sillón para que se sentara – explícame lo que ha pasado.
Me separe de un salto de ella, algo muy extraño había sucedido, era como si la hubiera leído la mente, pero era como si yo fuera ella, como si hubiera sido a mi a quien le habían dado la noticia, como si yo hubiera sentido el gran desgarro del corazón de Lena, solo pude llorar por ella mientras Lena me miraba con extrañeza como si yo me hubiera vuelto loca.
- ¿Como lo puedes saber? Yo no he abierto la boca, Nhoa ¿que te pasa?
- He llamado al hospital y me lo han contado,- le dijo Ángel para acallar sus preguntas, - se lo he contado hace unos minutos.
- Pero entonces ¿por que me lo ha preguntado al entrar?
- Porque no me ha creído – Ángel se estaba poniendo nervioso, y no sabía que excusa inventarse más.
- Lena perdóname, no creí que Ángel me estuviera diciendo la verdad, pero al ver tus lágrimas he sabido que si lo había echo, - tenía que cortar la curiosidad de Lena, tenia la impresión que no podía decirle nada de lo que había pasado.
- Bueno esta bien, perdóname que no te de detalles ahora Nhoa pero necesito irme acostar. – Se levanto y se marcho a su cuarto
De repente me vi trasportada a otro lugar, estaba oscuro, solo había un hilo de luz que salía de una estrecha ventana que estaba muy alto de una pared, creo que estaba en una especie de celda, había cadenas en las paredes que tenían en un extremo unas esposas, alguien colgaba de esas cadenas, parecía una mujer. Estaba medio caída hacia delante, llevaba un andrajoso vestido, una gran mata de pelo negro le caía en la cara ocultando sus facciones, me acerque aun con el miedo estremeciendo mi columna, vi que mientras me acercaba reflejos rojos salían de su cabello, no era negro como me había parecido, era rojo sangre, como el pelo de mi madre, mi madre….
- Creo que he viajado astralmente – le dije mirándolo a los ojos y viendo la sorpresa reflejada en ellos.
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