MI NUEVA VIDA
Encontramos un banco cerca de casa apenas a dos calles de distancia, metí la tarjeta e introduje el código, me salieron varias opciones y le di a “movimientos y saldo”, cuando vi la cantidad de dinero que había casi me desmallo, tenia cuatro ceros, había doscientos cincuenta mil euros en la cuenta, Lena casi se muere al verlo, tenia un dineral y yo sin saberlo. No iba a sacar dinero, para que, mejor pagar con tarjeta. Miramos la otra y tenia la misma cantidad, pero en esta se veía que cada mes se ingresaban mil euros mas, era una pasada, de esta si sacamos cien euros para imprevistos.
Preguntando a la gente encontramos un supermercado muy cerca de ahí, compramos varias cosas de limpieza y para picar algo de comer a media mañana, al llegar a casa nos pusimos con la limpieza hasta la hora de comer, y después de comer nos fuimos a dar una vuelta por una calle llamada Marcelo Usera, que por cierto esta llena de tiendas. Compramos toda clase de cosas para la casa, utensilios de cocina, sartenes, ollas, sabanas, colchas, toallas, bueno todo lo que se puede imaginar que necesita una casa, luego claro nos compramos ropa y zapatos, ya que las pocas pertenencias que teníamos era ropa de segunda mano y pasada muy de moda por lo que pudimos ver, nunca antes nos habíamos comprado ropa, y casi vaciamos las tiendas, esto es mucho exagerar, pero vernos tan llenas de bolsas es lo que parecía.
Llegamos a casa casi a las ocho de la noche, y nos dimos una buena ducha, para cambiarnos de ropa y estrenar lo que nos habíamos comprado. Sacamos de la bolsa una especie de braguitas que le faltaban tela por todos los lados, nunca las habíamos visto, ya que en el orfanato nos compraban unas que hasta el ombligo nos tapaba, estas braguitas, por lo que nos dijo la dependienta, se llamaban tangas, nos pusimos una cada una, y la verdad es que al principio era bastante incomodo, y se nos veía todo el trasero los que nos hizo caer en otro ataque de risa.
Nos vestimos con la ropa nueva y cuando nos miramos al espejo no parecíamos nosotras, nos dimos un poquito de brillo en la boca, también habíamos comprado un montón de maquillaje. Cuando nos íbamos ha cenar, en la puerta del portal nos volvimos a encontrar al chico de esa mañana.
- Y tu el idiota que me ha insultado.- dije indignada.
- ¡Oyes, oyes! Yo no te insulte.- me hubiera encantado quitarle esa sonrisa de un bofetón pero a la vez de un beso.
- Entonces retrasada para ti que significa, porque yo que sepa es un insulto.
- Me parece a mi princesa, que no hemos empezado muy bien, te pido disculpas por lo de esta mañana, me llamo Ángel, soy tu vecino del segundo.- me dijo extendiéndome la mano.
- Bueno te perdono, pero que sepas que no me caes nada bien, soy Ainhoa y mi amiga Elena, somos tus vecinas del bajo y del primero.
- Hola Ángel, a mi si me caes muy bien, - se acerco Lena a darle un beso, coqueteando con el.-
Si quieres me puedes llamar Lena.
- Ja, ja, ja, hola Lena, bueno por lo menos me vais a permitir que os invite a cenar, para volverme a disculpar.- dijo mirándome.
- No hace falta, ya teníamos pla…..- Lena me dio un codazo y le miro provocativa.
- Claro cenamos contigo, no tenemos nada que hacer.- dijo ella mirándome a los ojos.
- ¡Estupendo! Me cambio y ahora mismo bajo, no os marchéis, no seáis pillinas.
Hoy había empezado mi nueva vida, mi nuevo destino, no sabia lo que me esperaba por el camino, y encima creo que me estaba enamorando del odioso de mi vecino, aunque no creo que pudiera tener nada con el a mi amiga le encanto, y si ella consigue que sea su novio yo no me iba a meter, no quería perder a lo mas valioso que tenia ahora, a mi querida amiga la que nunca me había fallado, a mi hermana.
Esa noche cenamos con él, me di cuenta que no era tan estúpido, algo dentro de mi empezaba a crecer por él, era muy dulce y encantador.
Nos conto que tenia dieciocho años, trabajaba en una fabrica de neumáticos que era de su padre, y su piso era de su abuela que se lo había dejado en herencia, ya que se quería independizar de sus padres, se marcho nada mas cumplir la mayoría de edad.
Llevaba viviendo ahí nada más que cuatro meses, y esa mañana cuando nos encontramos iba de malhumor, ya que su padre quería que volviera a su casa, decía que no era lo suficiente maduro para vivir solo y que se iba a perder. Quería demostrar a su padre que se valía por si mismo, y había dejado ese mismo día el trabajo, no quería tener a su padre a cada rato detrás de él para darle la charla.
Nos pregunto cosas de nosotras, y le contamos lo mínimo posible porque tampoco sabíamos que había pasado en el orfanato después de marcharnos, Lena estuvo durante toda la noche haciéndole miraditas y risitas, pero el solo me miraba a mi, había algo profundo en sus ojos que me desconcertaba, como si quisiera decirme algo y no pudiera, y esa noche se formo una gran amistad entre nosotros tres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario